El 9 d'octubre és el Dia de la Comunitat Valenciana i en ell es commemora l'entrada a la ciutat de Valéncia del rei Jaume I en 1238.
Evidentment, la conquista i formació del Regne de Valéncia no es va culminar fins a 1304-1305 en la Sentència Arbitral de Torrellas i el Tractat d'Elig, i el territori actual no es va unificar fins a 1851 en l'incorporació de Requena i Utiel, pero el 9 d'octubre es va triar com la data més representativa, per ser Valéncia la capital del Regne de Valéncia.
Els parlamentaris valencians van plasmar l'acort per a celebrar esta festa en el Estatut d'Autonomia de la Comunitat Valenciana de 1982.
El "9 d'octubre" se celebra institucionalment per part del Govern Valencià i del president de la Generalitat Valenciana, en recepcions i atres actes. En particular, se celebra la tradicional mocaorà, que resulta ser un equivalent valencià del dia dels enamorats, festivitat que és també coneguda per Sant Donís, per coincidir el 9 d'octubre en la celebració d'este sant.
Desde principios de los años 1990 la programación del Día de la Comunidad Valenciana consta de diversos actos que dan comienzo la víspera, el 8 de octubre con la celebración de un festival pirotécnico en el antiguo cauce del río Turia en la ciudad de Valencia. El día 9, tras la recepción oficial del Presidente en el Palacio de la Generalidad de Valencia y el acto de entrega de distinciones a diferentes personalidades valencianas, se celebran una serie de actos oficiales que tienen su origen en un privilegio del rey Pedro el Ceremonioso de 1365.
Com a acte festiu, des de l'any 2003, se celebra, per la vesprada, l'Entrada de Moros i Cristians Ciutat de Valéncia, en representació de totes les Comparses inscrites en la Ciutat, recorrent la Glorieta, carrer de la Pau, carrer Sant Vicent Màrtir i Plaça de l'Ajuntament, omplint la Ciutat, durant unes 5 hores, de música i colorit.
En el 2008 se incorpora otro acto institucional diferente emulando a la primera celebración del Nueve de Octubre realizado en el primer centenario de la conquista de Valencia, es decir, bajo reinado de Pedro el Ceremonioso. El desfile se inicia con un gran cuatribarrado Pendón de Conquista encabezando diferentes representaciones de delegación real, nobiliaria, militar, gremial y eclesiástica, cada uno de ellos portando su estandarte distintivo, para concluir con la señera coronada valenciana custodiada por el Centenar de la Ploma.
La bandera valenciana, la Real Señera, desciende desde el balcón principal del Ayuntamiento de Valencia, para no inclinarse ante nadie y, a continuación, se inicia la procesión cívica que recorre las calles de la ciudad hasta la Catedral. Allí, se interpreta el acto religioso del Te Deum y continúa luego la procesión hasta el Palacio de la Generalidad sede del Consejo en el que se interpreta el Himno de la Comunidad Valenciana. La comitiva parte después a la plaza de Alfonso el Magnánimo, donde frente a la estatua ecuestre de Jaime I se realiza una ofrenda floral. Terminada ésta, la comitiva se dirige de nuevo hacia el Ayuntamiento dando por finalizado el acto con el disparo de una mascletá.

El 9 de octubre de 1338, primer centenario de la conquista de Valencia, el Consejo de la ciudad dispuso realizar una procesión de conmemoración para pedir a San Dionisio la remisión de la hambruna que en aquellos años asolaba el Reino de Valencia por las malas cosechas. Participaron todos los estamentos de la ciudad, las corporaciones de oficio y el pueblo, no así el rey Pedro el Ceremonioso, que se encontraba aún en la ciudad tras jurar los Fueros, pero rehusó participar alegando motivos de salud. En su lugar, se llevó el Pendón de Conquista como estandarte real para simbolizar la presencia del rey.
Desde entonces, se determinó hacer la misma procesión, aunque con menor suntuosidad, todos los 9 de octubre, como así ha sido a posterioridad. Únicamente durante un tiempo fueron suspendidas o prohibidas tras los Decretos de Nueva Planta firmados por Felipe V de Borbón, así como por norma general durante la dictadura de Franco.
El 9 de octubre es también la festividad de San Dionisio, considerado tradicionalmente el patrón de los enamorados por lo que es costumbre en este día regalar la mocaora, un pañuelo de seda anudado en cuyo interior se colocan dulces de mazapán elaborados artesanalmente por los reposteros valencianos. Estos dulces consisten en la tradicionales pasteles denominados Piruleta y Tronador -pequeñas barras de mazapán, hecho con partes iguales de almendra y azúcar rellenas de yema-, junto a pequeños mazapanes con forma de todo tipo de frutas y alimentos. Estos mazapanes no sólo simbolizan el amor sino también y como característica diferencial del carácter picante de los valencianos, hacen referencia a los elementos sexuales del hombre y de la mujer.
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