De Castell de Cabres a Fredes

Nos encontraremos con las
chimeneas humeantes de las masías, el vuelo de
algunas aves rapaces, como los buitres y las águilas, y
algunos excursionistas ocasionales.

Llegamos a Castell de Cabres cuyo núcleo urbano de
origen musulmán se sitúa a más de 1.100 metros de
altura. El aislamiento y el silencio del lugar
impresionan al visitante.

Históricamente Castell de Cabres fue una localidad
minera, donde los carboneros vendían el mineral a
Morella. Siguiendo esa ruta nos encontraremos la
iglesia parroquial de Sant Llorenç, del siglo XVIII, que
alberga al patrón de la localidad, cuyas fiestas se
celebran el primer domingo de septiembre en su
honor. Dejado atrás Castell de Cabres, el paisaje se ve
enriquecido por frondosas estampas, principalmente
de pinos, y nos topamos con algunas masías como la
de Masía d’En Segures. La ganadería y la explotación
de bosques son las principales actividades de sus
habitantes.

Por el camino llegaremos a El Boixar, en el que
actualmente vive apenas una decena de habitantes.
El nombre del pueblo procede de boix, en castellano
boj, un matorral que abunda en la zona y con cuya
madera se elaboran muebles y aperos. La aldea
sorprende por su localización entre un mar de valles
y barrancos de vértigo. Dentro del casco urbano de
El Boixar podemos visitar el ayuntamiento y la iglesia
de la Asunción, del siglo XVIII, que posee un original
remate en el campanario y una portada románica.
Desde El Boixar parte una estrecha carretera sin
salida que muere en la localidad de Coratxà.

El itinerario, rodeado de pinos, encinas y robles, merece
la pena disfrutarlo, y si nuestra visita coincide con el
otoño podremos disfrutar de preciosas estampas
llenas de colores rojos y ocres. Tras un camino de
curvas se nos muestra una imagen urbana de
Coratxà, por encima de los 1.200 metros de altitud,
rivalizando con Vistabella del Maestrazgo por ser el
pueblo más alto de la Comunitat Valenciana. De
hecho, dada su privilegiada posición estratégica en
cuanto a defensa de la zona, tenía dos fuertes en la
cima de los cerros gemelos donde se levantan las
casas del pueblo. Es de obligada visita el singular
tilo de la plaza, la iglesia románica de San Jaime,
edificada en el año 1247, porticada y de ancho
campanario, y el cementerio que guarda antiguos
crismones de piedra tallada. En la cercana cueva del
Polvorí podemos visitar además un yacimiento de la
Edad del Bronce. El pueblo de Coratxà y sus
alrededores conforman un entorno de belleza y
soledad inabordable, un lugar cautivador pero de
una dureza inimaginable en invierno.

Volviendo a nuestra ruta nos dirigimos al pueblo de
Fredes, puerta de acceso a una pista forestal que
permite cruzar todo el conjunto de los Puertos de
Beceite hasta la ciudad de Tortosa.

El reducido núcleo urbano de Fredes es un remanso
de tranquilidad. El paseo por sus tranquilas calles nos
llevará a la iglesia parroquial dedicada a los Santos
Mártires, edificada en 1725.

Desde Fredes un sendero nos lleva al barranco de la
Fou, pasando por entornos con encanto como el
Portell de l´Infern o la cascada el Salt de Robert.
Desde El Boixar, una carretera en descenso nos
llevará a Ballestar y la Pobla de Benifassà. El paisaje de
la zona es muy quebrado y montañoso, de gran valor
botánico, con plantas únicas de estos parajes y que
dan cobijo a una fauna muy diversa.

Por la parte de poniente este valle gana en altura y se
estrecha camino de Vallibona y Morella, cerrando una
hoya de almendros que, entre los meses de enero y
febrero, estallan de flores anunciando la corta pero
intensa primavera.